Crónica domingo 2 de julio
Hoy nos hemos despertado, puntuales como siempre a las 3 de la mañana, después de haber tenido la suerte de dormir 8 horas. Hemos empezado a caminar de noche, alumbrados por una luna preciosa, redonda y amarilla como una pringle, mientras cruzábamos los campos de la tierra de uno de los mejores, sino el mejor, de los arroces catalanes. Lo malo de los arrozales: están encharcadísimos. Y agua estancada es sinónimo de mosquitos.
Hemos sido asaetados por una plaga de estos insectos, tanto que parecía una de las plagas de Egipto. Los cuellos de Miquel y Miguel del Pozo han acabado hechos un Pollock. De hecho, Jaume Morer, que estaba tan concentrado en defenderse de los mosquitos pegándose bofetadas que podrían matar a un búfalo, ha metido toda su bota izquierda en un charco hasta el tobillo. Al momento ha dicho: “Ampollas”. Efectivamente, al finalizar ma etapa, se ha confirmado su don de profecía.
Dejados atrás los arrozales, una especie de adrenalina frenética se ha adueñado del grupo de peregrinos y hemos avanzado a un ritmo que envidiarían militares curtidos. Hemos llegado a ir a seis kilómetros y medio por hora. Y no sudando; sino cantando, riendo y gritando a medida que amanecía, con las arengas alegres de Nuri Ramió abriendo camino.
Al llegar a la parada del desayuno, Luis nos tenía preparada una grata sorpresa: decenas de croissants de proporciones exageradas. Mamen, mil gracias por habernos dado esta pequeña (o no tan pequeña) alegría en medio de nuestra peregrinación. ¡Te encomendamos en cada paso!
Las últimas horas de caminata se han hecho fáciles y hemos llegado pronto, tanto que hemos podido ir a la playa antes de comer. Sin embargo, nos hemos encontrado con bastante flora marina y, más que mar con algas, eran algas con mar. Esto ha alimentado la creatividad de Pau Sarsanedas, que no ha podido evitar ponerse varias a modo de mostacho.
Tras la comida y de que Jose (un hombre muy alegre y con aún más encanto) nos ha abierto el polideportivo en que pasaremos noche, hemos ido a la preciosa iglesia de Vinaròs, donde hemos tenido el habitual tridente ofensivo (adoración, meditación y misa). A la Eucaristía han acudido muchas familias del pueblo, el párroco don Emilio nos ha predicado una gran homilía y hemos tenido la suerte de encontrarnos a los Torrelles y a Lucía Garcés, que luego han venido a cenar con nosotros.
Pero esto no ha sido todo, porque al salir de la iglesia nos esperaba la invitación improvisada para ir a tomar helados con las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Allí nos lo hemos pasado en grande con los ancianos y las monjas, surgiendo anécdotas diversas. Algunas destacables son el contrabando de helados que ha llevado a cabo Beto Gel para tres abuelitas, el intento (fallido) de Mn. Ferran de convencer a las residentes de que Tato Salvador tenía pintas de terrorista, la perseverancia de una buena mujer de 88 años en preguntarle unas trece veces si el helado estaba bueno a Júlia Ramió y la conga final amenizada por nuestras guitarras en medio de la residencia.
Ya para acabar, hemos tenido una cena espectacular, con Paula González al mando de los fogones, que nos ha dejado a todos saciados y, al mismo tiempo, con ganas de más.
Esto es todo por hoy familia. ¡Buenas noches y mejores sueños!