Crónica Domingo 3 de agosto
Queridos padres, madres, abuelos, amigos y resto de peregrinos,
Hoy nos hemos despertado con fuerzas renovadas. La verdad es que lo de la cama para dormir es un gran invento.
Después de un corto pero intenso desayuno a base de sobaos, bollitos de chocolate, Nesquik y café, hemos andado hasta la estación de tren donde nos esperaba un precioso Frecciarossa que debía dejarnos ya en Padua sobre la hora de comer. En el camino a la estación, hemos parado en una pequeña pero preciosa capillita para hacer la visita al Santísimo. Íbamos repartidos por el tren en distintos vagones y el pensamiento de un peregrino dormido que no se bajaba cuando tocaba viajaba por las mentes de más de uno.
Hemos bjado del tren a la hora prevista y hemos salido del edificio navegando por una infernal red de túneles y cruces señalizados en un idioma que no era el nuestro. Al fin, después de un buen rato hemos salido a la superficie solo para darnos cuenta de que dentro, al menos, había aire acondicionado.
Un cuarto de hora después ha llegado el Mossén con un pequeño reducto de peregrinos que habían volado ese mismo día a Venecia y ya un ratito más tarde han llegado las furgos con todo el equipo para preparar una deliciosa comida a base de pan bimbo, queso y un embutido que aquí llaman "proscuito" pero que es jamón de toda la vida. Nos han explicado que es el menú habitual del peregrino, así que habrá que irse acostumbrando.
Por la tarde hemos visitado un par de iglesias. La primera dedicada a San Leopoldo, donde un padre capuchino nos ha explicado la vida de este santo tan interesante. Un monje muy pequeño pero de gran corazón. La segunda iglesia, donde hemos podido recibir la eucaristía de manos de Mn. Ferran, era la basílica de San Antonio de Padua, una mastodóntica iglesia románica con unos frescos impresionantes y un mosaico en la capilla del santísimo que invitaba fervorosamente a la oración.
Para terminar el día, hemos cenado un buen plato de ensalada de lentejas con atún y aceitunas. Nuestras madres estarían orgullosas. Después de las completas, nos hemos ido a la cama, con el corazón hinchado de alegría por la convivencia y con la cabeza y las piernas ya en guardia para la primera etapa de mañana.