Crónica lunes 17 de julio
Después de tres días arduos, hoy hemos sido premiados con una etapa de 25 km que ha sido pan comido. Ha reinado un humor festivo, y los walkie-talkies que tenemos a la cabeza y cola del pelotón zumbaban con las bromas de varios personajes, entre los cuales destacaba Nacho Campmany. Os dejamos un reto: adivinad a quién corresponde el alias “Bolanegra”…
Después de cruzar el ecuador de esta peregrinación, el sherpa Jose Gomar ha sido relevado de sus funciones para dejar paso a Álvaro Peregrín. Ahora Jose tiene libertad para situarse a cualquier altura del pelotón, pero lo fuerte es que su instinto de sherpa no lo ha abandonado: es capaz de adivinar con exactitud, en cualquier momento y sin mirar el GPS, la velocidad media a la que vamos y el número de kilómetros avanzados.
Al llegar a Daimiel hemos podido estar una hora y media en unas piscinas municipales que eran el paraíso: una de ellas tenía una fuente en medio con un chorro de agua que caía sobre nuestras cabezas recalentadas y nos devolvía a la vida. Sonaba buena música de ambiente, y a unos cuantos se les ha ocurrido improvisar una sesión de zumba/aquagym que ha hecho las delicias de peregrinos y locales.
A la hora de la comida, hemos tenido postre doble: por un lado, rosquillas caseras traídas por Carmina, la madre de Andreu, que nos ha venido a visitar con otros dos de sus hijos y el abuelito. Por otro lado, todo tipo de pastas regaladas por don Raúl, sacerdote y amigo de mn. Toni. ¡Muchísimas gracias a nuestros proveedores de dulces! Menos mal que quemamos toda la energía que entra, porque entra mucha…
La Misa la hemos celebrado en la parroquia de Santa María la Mayor, una preciosa iglesia barroca dedicada a Nuestra Señora de las Cruces. El párroco, don Valentín, nos ha acogido con un cariño infinito; le hemos invitado a cenar luego con nosotros y ha sido un rato genial. Al terminar la Misa, las feligresas nos han traído unos heladitos para rematar nuestra felicidad.
Hoy mn. Ferran nos ha hablado, al hilo de las plagas de Egipto, sobre una de las grandes plagas de nuestro tiempo: la hipersexualización. Nos ha hecho darnos cuenta del regalo que es cuidar la pureza: aquí, en estos días de convivencia estrecha, estamos tan bien precisamente porque todos nos miramos con mirada limpia, porque no hay bromas soeces, porque somos capaces de ver el valor profundo del otro y no solamente su físico. Ojalá lográsemos contagiar este modo de vivir a todos los ambientes en los que nos movemos.
A última hora, en la cena, hemos celebrado el cumple de Antonio, nuestro genio despistado favorito, con Coca-Cola, Fanta y galletas Oreo de postre. En definitiva, hoy ha sido un día redondo.
Mañana nos vamos a Ciudad Real, ¡ya os contaremos de la capital de estas tierras!
¡Buenas noches, padres!