Crónica sábado 16 de agosto

Queridos padres, madres, abuelos, amigos y resto de peregrinos,

La etapa de hoy no era demasiado larga. 25 kilometros a pie son los que separan Trestina de Pierantonio, nuestro destino de hoy. La meditación durante el día de hoy ha girado en torno a la unidad. La unidad es fundamental en los aspectos esenciales de nuestra vida compartida con los demás, ya que sin esta todo se desmorona.

Hoy atravesábamos andando una zona en la que hace un par de años se produjo un terremoto de dimensiones considerables. Este hecho provocó que muchos edificios hayan quedado en ruinas, entre ellos muchas iglesias. El horario del día ha cambiado un poco por este motivo. Justo después de la parada hemos celebrado la Santa Misa en una antigua abadía del siglo X que quedaba en el camino. Ha sido una misa muy bonita que hemos celebrado precisamente para pedir al Señor precisamente por que estemos siempre muy unidos.

Hay una costumbre que se ha instaurado en nuestra peregrinación. Bien sabe el peregrino que la gorra después de la parada es de uso obligatorio. Pues bien, aquel que se la deje o la pierda, debe llevar durante lo que resta de etapa la gorra de princesas Disney que custodia la furgoneta. El afortunado de hoy ha sido Miguel del Pozo. A ver quien será el siguiente.

A la llegada, nos esperaban los habituales vasos de agua fresca para descansar un poco, que hoy nos han cedido Mauro y Alessio, los chicos que gestionan el polideportivo donde haremos noche. Y después hemos podido descansar un rato mientras el equipo de cocina preparaba unos suculentos espagueti a la carbonara que hemos podido degustar más tarde.

Habiendo oído ya la Santa Misa, el horario de la tarde ha variado un poco. Los chicos han aprovechado para ir a hacer un poco de deporte a un campo de futbol, que era un híbrido entre una carretera por la que pasaría el Rally Dakar y la hierba alta dónde encontrarías un Pokémon, cercano al polideportivo. Realmente nadie sabe bien bien que equipo ha ganado el partido, pero nos quedamos del encuentro con el golazo de chilena que ha marcado Miquel. La verdad es que lo han pasado en grande. Mientras los chicos disfrutaban de un rato de balón, las chicas realizaban en el polideportivo una sesión de mascarillas faciales y relax que les ha venido bien para descansar y liberar las tensiones propias de las largas caminatas.

A las 18:30, hemos tenido meditación, en la hemos profundizado un poco más en la idea de la unidad de la que hablábamos antes. Todos somos distintos, pero tenemos que querernos siempre. La diversidad enriquece y solo se entiende aprendiendo del comportamiento de Jesús en los evangelios y de los demás, con paciencia y escucha. Estimar a los demás fortalece la comunidad y la confianza, porque la unidad es solidaridad vivida, no uniformidad. Mantenernos unidos exige humildad, apertura y la fe en que, juntos, reflejamos la presencia de Dios en lo cotidiano, tanto en la parroquia como en la familia.

A la hora de la cena, hemos tomado un revuelto de huevo con espárragos trigueros y unos libritos de pollo con jamón y queso. Estos cocineros y cocineras cada día se superan más. Durante la cena, hemos celebrado el cumpleaños de Xipi, al que le hemos cantado, preparado unos globos, y Emma le ha hecho como regalo una caja para poner hoy sus cubiertos y platos durante la cena y unos pompones de fiesta dorados, además de prepararle una ensaimada como pastel coronada por un cigarrillo que hacía de vela. Como hemos reflexionado durante el día de hoy, la unidad de este grupo, nutrida por el servicio, la celebración y el cuidado mutuo, refleja nuestra fe que une a cada persona como una familia en Cristo.

Ahora nos vamos a dormir, que mañana nos quedan 40 kilómetros de etapa para llegar al primer gran destino, Asís, punto de encuentro con el resto de peregrinos, a los que esperamos con los brazos abiertos.