Crónica Sábado, 29 de julio
Señoras y señores, hoy sí que sí. Por fin. Lo hemos logrado. ¡Hemos cruzado la frontera, ya estamos en Portugal! Todavía no nos creemos que hayamos atravesado España de punta a punta. Al poco de salir de Badajoz, hemos visto un cartel que anunciaba la entrada al país vecino y entonces… ¡un pequeño paso para un peregrino, pero un gran paso para esta peregrinación! Hemos celebrado la incursión en suelo portugués desgañitándonos con unos cuantos gritos, y luego hemos seguido caminando, que a eso venimos.
La primera sorpresa que nos ha deparado Portugal ha sido la villa de Elvas, una espectacular ciudad fortificada que es Patrimonio de la Humanidad y que hemos atravesado de un lado a otro. La pendiente no nos ha hecho demasiada gracia, pero las vistas han valido la pena. Hemos desayunado junto a un acueducto bastante impresionante, en el cual Álvaro Peregrín ha ensayado sus dotes de fotógrafo.
El recibimiento en Vila Fernando, nuestro primer hogar en Portugal, ha sido cariñosísimo. Nos han preparado una comida de bocadillos y, de segundo plato, una deliciosa sopa de arroz. El orden ha sido original, pero el resultado final muy positivo.
Este pueblo es una monada; todas las casas son blancas, de paredes encaladas y con franjas amarillas o azules. La pequeña iglesia también va a conjunto, y allí hemos celebrado la Misa, por primera vez en un idioma que no es el nuestro.
El párroco don Marcelino ha leído el Evangelio de la perla escondida, y nos ha dicho que nosotros somos el comerciante de la parábola. Frente a tantos jóvenes que hemos visto estos días, al caminar de madrugada, en discotecas y bares, somos los que lo han vendido todo para comprar el único tesoro que vale la pena, Jesús. Al terminar, nos han regalado una estampa de la Virgen de la Concepción que se venera aquí; la han editado especialmente en español para nosotros. ¡No se puede ser más detallista!
La cena ha sido un festín de empanadas, croquetas y quiches, más un montón de bizcochos y dulces como postre. En la tertulia hemos ensayado el himno de la JMJ (ya va siendo hora de que nos lo aprendamos…) y luego hemos cantado algunas canciones más.
Las mujeres del pueblo, con Anna a la cabeza, nos han obsequiado con dos detalles súper especiales que llevan preparando desde hace 6 meses, cuando supieron que íbamos a hacer parada en Vila Fernando. Se trata de unos rosarios hechos a mano y unas bolsitas de tela (los estampados son preciosos) para llevar el móvil. Nos han dicho que se sentían muy bendecidos porque hubiéramos elegido alojarnos en su pueblo, y la verdad es que el sentimiento es mutuo. Son los primeros portugueses que conocemos y han dejado el listón altísimo… A ver qué nos depara el día de mañana. Cansados pero contentos, nos vamos ya a dormir. ¡Buenas noches!