Crónica viernes, 7 de julio
Como nos venía anunciando mn. Ferran desde hace días, hoy hemos entrado en una fase dura de la peregrinación. Se acercan una serie de etapas largas (la de hoy, de 38 km) y nos vamos alejando de la costa, con lo cual se nos acaban los felices días de playa. Pero nosotros, bien cogidos de la mano de Dios y ¡al lío!
Hoy en el camino hemos tenido un poco de todo. Los tramos de carretera estaban llenos de rotondas, por eso nuestros sherpas se han situado estratégicamente para detener el tráfico por varios lados. En situaciones así, realmente uno se siente el amo de la carretera. También ha habido caminos de tierra, con granjas y casas a ambos lados de las cuales surgían repentinamente unos ladridos de perros que nos pegaban sustos de muerte. En un momento hemos pasado por una especie de complejo residencial llamado “Campo Aníbal” que nosotros, del cansancio que llevamos encima, hemos interpretado como “Campo Caníbal”. Muy apetecible, la verdad.
A pesar de la dificultad de la etapa, hemos llegado todos estupendamente al término. Por la tarde hemos tenido que celebrar la Santa Misa en la calle, delante del polideportivo donde dormiremos, porque no nos han podido abrir la iglesia. Ha supuesto todo un reto poder vivirla bien, con un montón de gente pasando por nuestro lado, y un simpático vecino que se ha dedicado a poner reggaeton a todo volumen desde su balcón. Está claro que el demonio está rabioso por todo lo que Dios está haciendo en nuestras almas estos días, y nos quiere poner obstáculos para acercarnos al Señor. Pues se va a tener que aguantar, porque nosotros cantaremos más fuerte, nos agarraremos a la Cruz y ¡adelante!
Mn. Bernat nos ha predicado hoy sobre el pecado. Nos ha animado a no ser cutres ni medir nuestros actos en plan “esto solo es pecado venial”, “hasta aquí puedo llegar”, “no cruzo el límite”. En las relaciones de amor y de amistad, uno no busca mantenerse en los límites, sino darlo todo, hacer feliz al otro, excederse en el cariño. Por eso lucharemos contra el pecado con todas nuestras fuerzas, radicalmente, porque no queremos que nada, por pequeño que sea, nos separe del Señor.
Una anécdota graciosa: a mitad de la comida, hemos empezado a oír por un altavoz los anuncios del Ayuntamiento. A nosotros, urbanitas en gran mayoría, nos ha hecho muchísima gracia presenciar este fenómeno de pueblo. Hemos sido informados de cuál es la farmacia de guardia de hoy, de la fecha de una cena solidaria, de un velatorio y de una convocatoria de becas de formación profesional. Además la voz hablaba en el (para nosotros) curioso acento valenciano, y sonaba algo así como “Us informa l’Achuntament de Riba-rocha del Túria”.
Por la noche hemos hecho un poco de tertulia y hemos jugado a un juego de inventar historias cuyas víctimas han sido Kyril y mn. Bernat. Después de echarnos unas risas, hemos rezado Completas y nos hemos ido a la cama. Mañana tendremos una etapa más cortita y os contaremos más.
¡Buenas noches, queridísimos padres!