Lectura Lunes, 26 de junio
Querido peregrino,
Por fin ha llegado el día que hace tanto tiempo que esperabas. Hace años que preparamos esta peregrinación y parecía que nunca iba a llegar.
Me llamo Moisés y, a lo largo de estos 40 días, te voy a acompañar en este itinerario en el que queremos caminar juntos, crecer juntos, sufrir juntos, amar juntos.
¡Con qué ilusión debes ponerte a caminar! Llevas ya mucho tiempo de preparación. Al iniciar esta ruta, quisiera que tomaras conciencia de que esto no es una carrera de velocidad, sino de constancia. Del mismo modo que el pueblo de Israel tardó cuarenta años desde que partió de Egipto hasta entrar a la tierra prometida, hoy sales de Barcelona y tardarás cuarenta días antes de entrar en la ciudad de Lisboa.
Van a suceder muchas cosas. Todas ellas van a ser una ocasión para escrutar nuestro corazón y para pedirle al Señor que se haga presente. Queremos experimentar el amor de Dios y el de los hermanos; para ello, nos hemos puesto en camino.
Debemos partir de la base de que a lo largo de la ruta habrá momentos de intensa dificultad. Bien seguro que, como le sucedió al pueblo de Israel, tu corazón se rebelará contra Dios y contra los hermanos. Sé consciente de que durante estos cuarenta días la extenuación se hará presente y es posible que también la desesperanza. Esto me lleva a decirte, querido peregrino, que este es un camino de fe. Ante las dificultades que irán surgiendo —el cansancio, las incomodidades, el calor, las ampollas— será necesario renovar tu confianza en Dios. Él te toma de la mano, te llama por tu nombre y te dice, tal como reza el lema de la JMJ de Lisboa: “María se levantó y se puso en Camino”.
De la misma manera que Dios guió al pueblo de Israel por el desierto, también hoy te anima a que pongas tu fortaleza en Su fortaleza. Camina junto a Dios: no te olvides de que en los desiertos de la vida Él siempre está presente. Esta peregrinación debe servirte para renovar tu fe.
Esta carrera de fe te llevará a descubrir a muchos compañeros de viaje. Somos una familia y nos necesitamos todos. Habrá momentos en los que buscarás espacios de soledad; o incluso desearás perder de vista a los otros peregrinos en algún momento. Vas a convivir durante 24 horas con ochenta y cinco personas a lo largo de los 43 días que durará esta aventura de la JMJ. Saldrá lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Convierte a todos tus compañeros de ruta en personas a las que amar y de quien recibir amor. Con el paso de los días, te darás cuenta de que de esta gran familia sacarás fuerza para culminar con éxito la marcha.
Sin ánimo de alargarme más, termino por hoy. A lo largo de estos cuarenta días, tendremos tiempo suficiente de conocernos y de profundizar en las similitudes que hay entre tu peregrinación a Lisboa y el itinerario que realizó el Pueblo de Israel. Pero ¡recuerda!: tu peregrinación no es una carrera de velocidad, sino de fondo. La ruta será larga, y solo con un paso constante y una firme voluntad llegaremos a encontrarnos con Cristo, con la Iglesia y con el Papa. Pasaremos momentos oscuros, pero sacaremos fuerza de la debilidad. Experimentaremos que Dios nos acompaña a través de nuestros compañeros de camino, en quienes encontrarás ese rostro amoroso de Dios, que te ama y cuida de ti.
Moisés