Redescubrimiento de la fe
BARCELONA - LOURDES (419 KM) - 24 DE JULIO AL 8 DE AGOSTO 2015
Hace siete años fui andando con los jóvenes de las parroquias de Sant Mateu y Sant Rafel desde Barcelona hasta Lourdes. Tenía varios motivos para hacerla, pero la que más motivaba era que, para mí, el Santuario de Lourdes era un templo especial, por lo que la idea de peregrinar en mi décimo año de visita era muy tentadora.
Fueron 15 etapas en las que cruzamos los Pirineos (un itinerario muy distinto a lo que será nuestro camino a Lisboa), por lo que no me hago a la idea de cómo será nuestra peregrinación. Mis hermanos mayores me habían hablado de otras peregrinaciones parecidas y lo hacían con mucha alegría, por lo que me daban muchas ganas de vivirlo de primera mano. ¡Nunca imaginé lo difícil que sería el camino, especialmente los primeros días! Aunque parezca una locura, fui acostumbrándome poco a poco a andar tantos kilómetros diarios. Aun así, puedo asegurar que no fue un camino de rosas y que las ampollas, rozaduras y pequeñas lesiones hacen mella, incluso en el más tenaz del grupo.
Sucedieron muchas anécdotas en el camino, aunque una de las más impactantes a mi parecer sucedió durante el día más difícil de todo el camino. Era 6 de agosto y la etapa de aquel día era Pineta-Gêdre. Como nos habían dicho que esa etapa junto la anterior eran las más fuertes, nos pusieron un guía para no perdernos por las montañas. Además, ese día nos despertamos a las tres de la mañana para poder empezar a andar no mucho después. La etapa prevista no tenía ni un solo punto donde pudiera venir el equipo de intendencia a rescatarnos ni abastecernos, así que llevamos todo lo que necesitamos en nuestras mochilas.
De este día, no sólo recuerdo la dificultad y las espléndidas vistas, sinó el trato que tuvimos unos con otros: increíblemente, después de 10 días vividos juntos, recorridos más de 30 km en esa jornada, un desnivel de prácticamente 1000 metros bajo un sol intenso a las cuatro de la tarde y sin saber la hora de llegada a nuestro destino, el grupo parecía más contento que nunca. Todos se preocupaban por los demás, y se repartía la comida y el agua que nos quedaba con generosidad. ¡En toda mi vida no he visto jamás un grupo tan cansado y, a la vez, tan contento!
Y yo no era el único que alucinaba con este hecho: nuestro propio guía se quedaba sin palabras al ver un grupo de jóvenes normales que terminaban su dura jornada de camino con una gran sonrisa en la cara y preparados para andar al día siguiente después de su bien merecido descanso.
Cabe remarcar antes de terminar que el centro de nuestras peregrinaciones nunca ha sido el camino, ni las etapas ni los kilómetros andados, sinó Dios, nuestro Señor. En mi caso, la peregrinación a Lourdes fue un gran éxito en este ámbito: dio comienzo a mi redescubrimiento de la Fe. Siendo un chico de familia y educación católica, nunca antes había entendido bien mi fe y ni me había planteado por qué creía. Pero no sucede por arte de magia, no sirve para nada el hecho de andar sin rumbo siguiendo al grupo. Para que Jesús pueda hablar contigo, uno tiene que estar dispuesto a escuchar. Evidentemente, no está prohibido dormirse en alguna meditación debido al cansancio, pero debemos intentar dedicar a Jesús el tiempo que necesita. Uno no va a una meditación pensando que es la hora de la siesta, aunque si se duerme no se perderán todas las horas y sacrificios dedicados al Señor.
Los motivos que me han traído de vuelta después de tanto tiempo son, en primer lugar, el simple y necesario hecho de que llevo ya cuatro años sin hacer una peregrinación y se han despertado de nuevo esas ganas de moverme, que en gran medida me impulsaron a hacer mi primera peregrinación hace ocho años. El segundo hecho que realmente me dará fuerzas para estos cuarenta días de peregrinación es el hecho de que quiero acercarme más a Dios. Me guste o no, tengo que reconocer que estos últimos años he perdido un poco el trato personal con nuestro Señor que inicié en mi viaje a Lourdes, por eso voy a Lisboa, para renovar mi Pasión en el trato con el Señor.
ALEX F.