Presentación del tercer volumen del Libro del Peregrino
Querido peregrino,
Te encuentras ante el tercer y último tomo de nuestro querido libro del peregrino. ¡Cuántas aventuras has vivido ya en las largas jornadas hasta llegar a Mérida! En este último tramo de ruta se unen nuevos peregrinos, que con el mismo entusiasmo que tú, desean pasar unos días de verdadero encuentro con el Señor, de recogimiento interior y de fraternidad con el resto del grupo.
De la misma manera que se hizo en el volumen anterior, es bueno que recapitulemos brevemente todo lo que la historia de Moisés y del pueblo de Israel nos ha ido diciendo hasta ahora, sobre todo para aquellos que se encuentran por primera vez ante las cartas de nuestro personaje. Moisés, tras su llegada a Madián huyendo del crimen que había cometido en Egipto, empezó a discernir su vocación. En el monte Horeb, tuvo un encuentro extraordinario con Yahvé, que le pedía que liberara a su pueblo de la esclavitud del faraón. Él, aun teniendo dudas, decidió aceptar su voluntad y hacer aquello que se le encomendaba.
No fue un camino fácil, pues el faraón era un hueso duro de roer, y no quería perder su mano de obra y el poder que ejercía de un modo tiránico sobre los hebreos. Mas su obstinación fue respondida con una serie de devastadoras plagas que asolaron Egipto. Ante el poder de Dios, accedió a la petición de Moisés y dejó marchar a los israelitas. Estos emprendieron el camino hacia la tierra prometida y, a pesar de tener algún que otro contratiempo —con la persecución, precisamente, de los guardias del faraón—, llegaron al desierto del Sinaí. Pero, cuando parecían haber desaparecido todas las amenazas, aparecieron las quejas, murmuraciones y rebeliones del pueblo contra Moisés y contra Dios, fruto de las duras condiciones de su camino por el desierto. No obstante, Dios se mantiene leal, incluso ante las infidelidades de los hombres. En los próximos días, iremos conociendo cómo se desarrollaron los acontecimientos del Éxodo a la llegada del pueblo hebreo al monte Sinaí, y de qué manera Dios los fue guiando, posteriormente, hacia la tierra prometida.
Una vez más, es un buen momento para detenerse y plantearse cómo está tu corazón en este momento. Si eres de los que se acaba de incorporar a la caminata, ¿con qué disposiciones llegas? ¿Qué intenciones traes en tu corazón? ¿Vienes con ganas de encontrarte con el Señor y de aportar tu granito de arena al buen ambiente de esta convivencia? ¡Prepárate bien, porque las piernas de tus compañeros de camino ya están más que acostumbradas a las penalidades del camino! ¡Y aprovecha bien estos días!
Por otro lado, si eres de los que partió desde Barcelona ¡que sepas que ya llevas un mes caminando! La meta cada vez está más cerca, y seguro que has experimentado un gran cambio interior a lo largo de todas estas semanas de ruta. Pueden ser, estos, unos días propicios para ir repasando lo que Dios ha hecho contigo a lo largo de estos días. Cuando, siglos después de los acontecimientos del Éxodo, el pueblo de Israel echó la vista atrás para recordarlos, descubrió las maravillas que el Señor había obrado en su favor. Tal vez, tú puedas hacer lo mismo en esta recta final de la ruta. Descubrirás que, si tu corazón ha sido dócil, habrá sido, también, transformado.
Aun así, no dejes de mirar para adelante. Aún quedan muchos kilómetros y (lo siento) mucho asfalto por recorrer. La última parte del camino se puede hacer un poco más costosa, pues la energía y vitalidad inicial se han ido esfumando. Pero es, precisamente en estos momentos, en los que hay que demostrar nuestra valía y hacer un último esfuerzo. La recompensa será muy grande. ¡El Papa nos espera junto a una gran cantidad de jóvenes que, como nosotros, desean ardientemente compartir la fe!
Moisés