Crónica Viernes, 4 de agosto

4 de agosto, la jornada más esperada desde hace meses. Ya está aquí, y ha empezado con toda naturalidad, como cualquier otra de esta peregrinación. Sin embargo, todos sabíamos que hoy no era solo un día más. Por eso hemos caminado la etapa todos todos, incluidos Jaime y Luis, de intendencia, y también las nuevas incorporaciones de Arbúcies. Para que no se diga, nos hemos coronado con una señora etapa de 40 km. Ha resultado un poco ardua, pues la mayoría ha transcurrido por carretera y zonas industriales. Además, ¡las afueras de Lisboa son eternas! Han pasado muchos kilómetros desde que hemos visto las primeras señales de la ciudad hasta que realmente hemos entrado en su núcleo, y ha costado un poco mantener los ánimos arriba…

Pero la esperanza ha sido más poderosa que el asfalto. A media hora de la catedral, nos hemos reunido con un grupito de familias de peregrinos. Hemos caminado con ellos rezando el Rosario y, cuando faltaban unos 500 metros para alcanzar el templo, nos hemos venido arriba. Nos hemos puesto a cantar con la guitarra “Dona toda tu vida”, que ya se ha convertido en el himno de nuestras peregrinaciones (¡gracias, Nacho Lorda, por insistir en que nos la aprendiéramos todos el año pasado en Polonia!). Delante de la catedral hemos gritado unos cuantos “¡Esta es la juventud del Papa!” y finalmente hemos entrado en nuestra Tierra Prometida.

Allí hemos celebrado la Misa de acción de gracias, todos bien apretaditos en la capilla del Santísimo. Lagrimillas se han visto más de una y de dos, y es normal, porque lo que hemos culminado hoy es una LOCURA con todas las letras. Muchos no nos creíamos capaces y ¡aquí estamos! Verdaderamente el Señor hace milagros en nosotros, ¡que no se nos olvide esto cuando volvamos a la batalla cotidiana!

En Lisboa hay ambientazo, ojalá estuvierais aquí para verlo. Se advierte un trapicheo continuo de mercancías: banderas de distintos países, estampitas, pulseras… Xavi Campmany ya se ha puesto tres chapas diferentes en su riñonera azul (que, por cierto, es el ítem más comentado de la peregrinación). Es muy fuerte porque entre los miles y miles de jóvenes, más de uno se ha encontrado con amigos y conocidos. ¡Regalitos que nos da el Señor!

Al acabar la Misa, nos hemos ido a la estación de tren (Santa Apolonia, por si os interesa) y nos hemos aposentado allí a esperar el nuestro. Para aprovechar el tiempo, hemos hecho la lectura espiritual con nuestro súper megáfono, así que todo el personal de la estación se ha beneficiado de la sabiduría de Jacques Philippe. Al subir al tren, hemos revivido una sensación olvidada. En palabras de Jose Gomar, “es maravilloso ir sobre algo que se mueve y no son nuestras piernas”.

Por la noche ha habido cena de celebración, con pizzas y helados riquísimos. Después hemos tenido tertulia con las familias, con un momento estelar de Antonio, al que parece que el micrófono le gusta bastante…

Mañana nos despertaremos a las 9, ¡qué gran noticia! Tenemos que reposar del cansancio de 40 días porque mañana nos esperan las grandes aventuras de la JMJ. Veremos por fin al Papa y compartiremos con los jóvenes de todos los rincones del mundo. Con esta emocionante perspectiva, ¡os deseamos muy buenas noches a todos!

¡Ayudanos a cumplir nuestro sueño!

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